sábado, 18 de marzo de 2017

Una Joya única




Se cuenta de un árabe que estaba muy afligido. Un viajero lo encontró sentado a la sombra de una palmera y le ofreció ayuda.
–¡Ay! –dijo el árabe con tristeza–, acabo de perder
la más preciosa de las joyas.
–¿Qué clase de joya era? –preguntó el viajero.
–Era una joya como jamás volverá a hacerse otra. Estaba tallada de un pedazo de piedra de la Vida y había sido hecha en el taller del Tiempo. La adornaban veinticuatro brillantes, alrededor de los cuales se agrupaban sesenta brillantes más pequeños. Nunca se hará otra igual.
–Esa joya debe haber sido muy preciosa. Pero seguramente se puede hacer otra similar.
–La joya perdida –respondió el árabe, pensativo–, era un día,
y un día que se pierde no vuelve a encontrarse jamás.
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Este relato debe ser motivo de reflexión para todos y muy especialmente a aquellos que
no valoran su propio tiempo y el de los demás. Por estos días padres y docentes deben
pensar en el tiempo que las huelgas hacen perder a los educandos. Un día de clases no
se recupera jamás, a pesar del eufemismo inventado con la modernidad que llaman
"recuperar contenidos" y pregunto: ¿En qué tiempo?

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